No habrá ninguna igual, no habrá ninguna,
ninguna con tu piel ni con tu voz.
Tu piel, magnolia que mojó la luna.
Tu voz, murmullo que entibió el amor.
No habrá ninguna igual, todas murieron
en el momento que dijiste adiós.
Ninguna.
Es un tango de Homero Manzi, y Raúl Fernadez Siro del año 1942.
En Ninguna hay una alusión a lo perdido para siempre.
Ninguna es el recuerdo exagerado por el dolor de la pérdida.
Que tras el próximo amor será un dolor de musculo agotado.
Pero para mientras su recuerdo es la espina clavada en el recuerdo.
La muerte trae esa premonición de dolor a pagar, que obnubila y sosiega.
Sabemos que de ella no hay más reclamo que la nostalgia, el dolor es así.
Esta sería provechosa en términos creativos y publicitarios inclusive.
Pero lapidaria en las posibilidades de progresos charlados, de ahí su dolor.
Su único y verdadero dolor. Desmesurado por la ausencia
No hablo del tren de Once, ni de Amalita, ni de Mirtha, ni de Ramón Díaz.
Hablo de Don Sergio Larraín, el autor de esta carta para su sobrino que quería ser fotógrafo, una carta para que conozca lo que era ser fotógrafo para él que ya lo era o ya lo había sido. Larraín fue el único fotógrafo chileno de Magnum, el autor de la foto que inspiro a Cortazar para Las Babas del Diablo y para que Antonioni haga Blow Up. Un tipo que así y todo dejó la fotografía para vivir en el desierto. Adiós a las mieles del éxito, la fama y la gloria para vivir como quiso cuando quiso hacerlo.
Se ha muerto un gran hombre que a la sazón trabajó de fotógrafo un tiempo.
Carta de Sergio Larraín a su sobrino que quería ser fotógrafo, posiblemente sea a Sebastián Donoso.
Lo primero de todo es tener una máquina que a uno le guste, la que más le guste a uno, porque se trata de estar contento con el cuerpo, con lo que uno tiene en las manos y el instrumento es clave para el que hace un oficio, y que sea el mínimo, lo indispensable y nada más. Segundo, tener una ampliadora a su gusto, la más rica y simple posible (en 35 mm. la más chica que fabrica LEITZ es la mejor, te dura para toda la vida).
El juego es partir a la aventura, como un velero, soltar velas. Ir a Valparaíso, o a Chiloé, por las calles todo el día, vagar y vagar por partes desconocidas, y sentarse cuando uno está cansado bajo un árbol, comprar un plátano o unos panes y así tomar un tren, ir a una parte que a uno le tinque, y mirar, dibujar también, y mirar. Salirse del mundo conocido, entrar en lo que nunca has visto, DEJARSE LLEVAR por el gusto, mucho ir de una parte a otra, por donde te vaya tincando. De a poco vas encontrando cosas y te van viniendo imágenes, como apariciones las tomas.
Luego que has vuelto a la casa, revelas, copias y empiezas a mirar lo que has pescado, todos los peces, y los pones con su scotch al muro, los copias en hojitas tamaño postal y los miras. Después empiezas a jugar con las L, a buscar cortes, a encuadrar, y vas aprendiendo composición, geometría. Vas encuadrando perfecto con las L y amplías lo que has encuadrado y lo dejas en la pared. Así vas mirando, para ir viendo. Cuando se te hace seguro que una foto es mala, al canasto al tiro. La mejor las subes un poco más alto en la pared, al final guardas las buenas y nada más (guardar lo mediocre te estanca en lo mediocre). En el tope nada más lo que se guarda, todo lo demás se bota, porque uno carga en la psiquis todo lo que retiene.
Luego haces gimnasia, te entretienes en otras cosas y no te preocupas más. Empiezas a mirar el trabajo de otros fotógrafos y a buscar lo bueno en todo lo que encuentres: libros, revistas, etc. y sacas lo mejor, y si puedes recortar, sacas lo bueno y lo vas pegando en la pared al lado de lo tuyo, y si no puedes recortar, abres el libro o las revistas en las páginas de las cosas buenas y lo dejas abierto en exposición. Luego lo dejas semanas, meses, mientras te dé, uno se demora mucho en ver, pero poco a poco se te va entregando el secreto y vas viendo lo que es bueno y la profundidad de cada cosa.
Sigues viviendo tranquilo, dibujas un poco, sales a pasear y nunca fuerces la salida a tomar fotos, porque se pierde la poesía, la vida que ello tiene se enferma, es como forzar el amor o la amistad, no se puede. Cuando te vuelva a nacer, puede partir en otro viaje, otro vagabundeo: a Puerto Aguirre, puedes bajar el Baker a caballo hasta los ventisqueros desde Aysén; Valparaíso siempre es una maravilla, es perderse en la magia, perderse unos días dándose vueltas por los cerros y valles y durmiendo en el saco de dormir en algún lado en la noche, y muy metido en la realidad, como nadando bajo el agua, que nada te distrae, nada convencional. Te dejas llevar por las alpargatas lentito, como si estuvieras curado por el gusto de mirar, canturreando, y lo que vaya apareciendo lo vas fotografiando ya con más cuidado, algo has aprendido a componer y recortar, ya lo haces con la máquina, y así se sigue, se llena de peces la carreta y vuelves a casa. Aprendes foco, diafragma, primer plano, saturación, velocidad, etc. aprendes a jugar con la máquina y sus posibilidades, y vas juntando poesía (lo tuyo y lo de otros), toma todo lo bueno que encuentres, bueno de los otros. Hazte una colección de cosas óptimas, un museíto en una carpeta.
Sigue lo que es tu gusto y nada más. No le creas más que a tu gusto, tú eres la vida y la vida es la que se escoge. Lo que no te guste a ti, no lo veas, no sirve. Tú eres el único criterio, pero ve de todos los demás. Vas aprendiendo, cuando tengas una foto realmente buena, la amplias, haces una pequeña exposición o un librito, lo mandas a empastar y con eso vas estableciendo un piso, al mostrarla te ubicas de lo que son, según lo veas frente a los demás, ahí lo sientes. Hacer una exposición es dar algo, como dar de comer, es bueno para los demás que se les muestre algo hecho con trabajo y gusto. No es lucirse uno, hace bien, es sano para todos y a ti te hace bien porque te va chequeando.
Bueno, con esto tienes para comenzar. Es mucho vagabundeo, estar sentado debajo de un árbol en cualquier parte. Es un andar solo por el universo. Uno nuevamente empieza a mirar, el mundo convencional te pone un biombo, hay que salir de él durante el período de fotografía.
«Una buena fotografía es creada por un estado de gracia. La gracia que se expresa en sí misma cuando ha sido liberada de convenciones, libre como un niño en sus primeros descubrimientos de la realidad. El juego es entonces organizar el rectángulo.»
Sergio Larrain.
Hacia una especie de observadores plenos
La sensación de hallazgo sumada a la posibilidad de acceso a una escena curiosa o interesante con una cámara en mano, no fabrica fotógrafos. No se puede creer que la caminata avispe gente y menos aún que les dé la posibilidad de hacer lo que vemos en la tele o lo que aparece en los diarios.
Mientras que las empresas de comunicación graficas o televisivas empujan a las masas a que se transformen en periodistas por un rato. Hay quienes saben lo que hacen y lo hacen bien. Del mismo modo que yo puedo cantar en la ducha sin ser cantante. Y puedo manejar a alta velocidad por un rato sin ser piloto de automovilismo. Así el curda no es sommelier, ni el drogado del cumpleaños bailarín. Esta colección de obviedades antecede a la presentación de una exposición sin precedentes en la ciudad.
La muestra de reporteros gráficos marplatenses.
En el blog se encuentra la nota de la semana pasada que no fue. ver nota http://julianrodriguez.com.ar/blog/?p=1079
A ver si ven la diferencia entre los ciudadanos con cámaras y los fotografos.
Espero comentarios
No habrá ninguna igual.
CONVOCATORIA a PERSONAS que DESEEN ser FOTOGRAFIADAS
SE BUSCAN MODELOS PARA FOTOGRAFÍA
El Taller de Fotografía de Julián Rodríguez convoca a personas que deseen ser fotografiadas para una campaña fotográfica que se realizará durante varios meses a partir de Marzo.
Es requisito ser mayor de edad y no es necesario tener ningún tipo de condición ni atributo físico en particular.
Enviar foto y datos personales para una primera selección a informes@tallerdefotografia.com.ar
Nada mas, hasta la próxima.