Julián Rodríguez

La venganza de la brutalidad

Por alguna extraña razón no la encontré cuando subí el resto

Misterioso hombre sonriente se aleja del incendio de la distribuidora de la esquina de Falucho y Jujuy.

LA VENGANZA DE LA BRUTALIDAD

Como si la condición de brutalidad tuviera voluntad, comienza esta serie de observaciones sobre las conductas individuales y colectivas afectadas por las construcciones de sentido y significado en tiempos de comunicación virtual, real, dirigida y efectiva.
Tal vez como invitación a comprender lo que hace de sustrato a los hechos concretos de quienes viven en esa virtualidad a modo de experiencia de vida contemporánea y en sintonía con el mundo actual.

Lo que se cuenta o vive través de las redes se pretende tan firme como la libertad que en ellas se ejerce. Pretendo poner en mira a esa presunta libertad de quienes actúan en estos medios tal como lo hacen, en tiempos en los que el pensamiento se hace visible y desnuda a personas en sus publicaciones, acciones y omisiones. Aplaudo a esa libertad, porque visibiliza lo que en persona se calla, se omite, se oculta, porque avergüenza.

La falta de mirada inquisidora y de presencia que relaja a quien opina frente a un teclado, permite una soltura expresiva que en reuniones, mesas y espacios reales de contacto personal no se encuentran.
Los sujetos se hayan solos frente a las opiniones ajenas y tras un teclado que de un modo los protege del otro y aunque sin saberlo de sí mismos. Es esa situación del sujeto versus lo otro, lo ajeno sin riesgo de daño, la distancia que separa y blinda a quien opina de acciones y consecuencias de los actos que en persona no se harían.

Existiría entonces un espacio de opinión en el que de una vez todos somos iguales, donde no nos da vergüenza interrumpir, criticar y opinar; sea cual fuera el tema, el calibre de la idea en tanto enunciado, la forma, su estética y la postura al respecto. Todos igualados al fin, en un ámbito en el que la paridad en verdad no existe, pero titula que si; se enarbola, sobre sí mismo que si. Como si la conexión entre comunicados fuera azarosa y fortuita como nuestra acción.

El tiempo destinado a la formación en los temas sobre los que se escribe en el grueso de los usuarios no es siempre el mismo, la información en cantidad y calidad tampoco, las capacidades analíticas y discursivas nunca son equivalentes pero la red justiciera, nos iguala como corral al rebaño. Las conexiones entre participantes de la red también estás digitadas por algoritmos que desconocemos. La circulación de datos, archivos, vínculos e información no es tan accidental como se supone; ni en los accesos ni en los nexos. Tal vez sea innecesario saber sobre su funcionamiento, quizá y en consideración de la complejidad que lo rige, alcance con entender que es así.

Quien ignora sobre un tema, sabe que no sabe; pero también supone que si hay en igualdad de ignorancias frente a una masa con la que interactúa, su situación es como la del conjunto, eso lo envalentona; por fin algo juega de su lado. Esta misma persona que desconoce el asunto, seguramente sabe también que nunca supo, inclusive es éste uno de los rasgos distintivos de su personalidad. Eso de saber que no se sabe, es algo que a todos nos toca y si lo pensamos aunque muy poco, vamos a descubrir o recordar de que manera afecta nuestras acciones. Siempre fue así y desde niños lo experimentamos. El bastión de la conciencia de brutalidad nos persigue con más o menos presencia en cada uno de nuestros actos. Nos afecta y determina a pesar de la brutalidad que la invisibiliza. La combinación con creer que el resto de nuestros semejantes es muy semejante a nosotros mismos es en sí el complemento de una mezcla letal.

La debilidad del ignorante hizo mella en sus acciones desde siempre; si suponemos un caso exagerado de actitudes recurrentes en el desconocimiento, nos estaríamos encontrando con el caso de una brutalidad fundante de un modo de ser, una predisposición a saber que desconocer es natural, posible y llevadero. Ahí es donde se comienzan a reemplazar habilidades por otras generalmente apañadas en la presunción de la simpleza. Todo es simple y si hay algo complejo se prefiere abordarlo corto y llanamente, aunque para poder creer que lo entendido ya no sea eso que quiero comprender.

Entonces la brutalidad en concurso con pereza favorecen la proliferación de surtidores de simplezas, propaladores de una verdad cortita, reducida, feliz y visiblemente firme por fuera. Claras como las historias comerciales de dibujitos animados con riesgos obvios, malos absolutos y buenos heroicos que luchan por la paz, el bienestar, la libertad y demás andamiajes del mundo predigerido que se supone sostener.
Cultores de un universo Disney con jóvenes que cantan, bailan, enamoran, sufren poco y hayan solaz a sus males por los caminos mas risueños y bien intencionados que alguien pueda imaginar.

Los disneyenses (gentilicio del universo Disney) invitan entonces a sus pares, perezosos de toda índole, a su mundo de alegría, simpleza, amor y energías que fluyen naturalmente sin que malas intenciones las tergiversen, deformen y corrompan. El mundo Disney rebalsa de alegría y simplezas; está superpoblado de propaladores de novedades felices y garantiza una vida sin conflictos de intereses. Es como una religión que nuclea a todas las formas de dominación social anteriores, transformándolas en una sola, nueva y más poderosa que todas las que ya antes hicieron su trabajo.
Es la tierra prometida del bruto cómodo y esta gobernada por seres fuertes, sanos, claros y nada brutos que saben porque se distorsiona la realidad, por qué y para qué se hace todo lo que se hace para que todo siga igual.

Como en los cuentos, mientras el sol calienta la tierra de la felicidad, los herejes hijos de la maldad pura, alineados con las fuerzas más oscuras que se puedan imaginar urden planes contra esta prototípica vida feliz. Son ellos los enemigos de la paz, el orden, el consenso y por todas las cosas son los enemigos del más fuerte, quien de aquí en mas, El Fuerte, será la guía hacia la felicidad, la paz y la seguridad.

Los herejes no quieren la prosperidad, creen en un mundo sin fuertes, un universo sin guías, sin caminos seguros que transitar. Se nuclean entre ellos a conspirar contra el fuerte, nunca son nombrados como ejemplo de algo bueno, suelen ser hijos y nietos de otros como ellos. Jamás fueron parte de la discusión de los grandes temas, ni del rumbo de la sociedad. En algún momento lo intentaron pero duró poco su albur y todo volvió a la normalidad con los debidos castigos a quienes intentan detener el rumbo hacia la forma de vivir tranquilamente bajo el amparo del Fuerte.

El Más Fuerte es el prototipo a seguir por todo aquello que el débil no es, todo lo que anhela, pretende y proyecta. El débil quiere ser fuerte, quiere pero no lo es. Para quien quiere construir su forma de fuerte, debe en principio situarse en rol de débil y desde allí comenzar con la construcción que lo aleje de su aciaga realidad. La transformación es posible, ya hay quienes la han transitado; son muy pocos en verdad pero sirven de guía a quienes suponen que el cambio es posible. Los creyentes sospechan que si uno pudo, todos pueden y que entonces algún día todos serán, transitando ese camino de fortalecimiento, como su ídolo, el Fuerte.

Para mientras tanto, en su débil realidad, los creyentes en presunto fortalecimiento, practican acciones y actitudes propias del Fuerte. Repiten sus frases, como las que se imitan de personajes de la TV, visten como él, eligen lo que él prefiere y suponen que en esa mímesis la fortaleza se les iría pegando, amigándoseles hasta que un día ya robustecidos en todo aspecto se amanecerán casi idénticos a su fuente de toda verdad y justicia.
En este período todos los pensamientos del Fuerte les resultan obvios, llanos, simples y avalados por el ejercicio de la fuerza en formas vernáculas e internacionales.

Se comenta que en lejanas latitudes, otros Fuertes, construyen estructuras, más solidas y más grandes que dan más seguridad a más débiles, ya que a mayor dimensión de fortaleza, más capacidad de contención de la debilidad. Por eso es que el débil en fortalecimiento o no, desprecia su lugar, ansiando Fuertes más fuertes, ya que en esa sospecha de beneficio con la distancia, el creyente deposita su ilusión de fortaleza, en la idea que implica que pensarse en fortalecimiento ya lo hace más que el resto de los débiles.

Entonces ser algo más que el resto, lo habilitaría para fortalecerse en sociedades más fuertes; ya que la propia ya no lo merece.

10 Comentarios to “La venganza de la brutalidad”

  1. Griselda dice:

    primera lectura…me gusta el meollo de la cuestión…ahora tengo que descuartizarlo. Mientras lo leía me sobrevenían imágenes y la tentación de buscar un lapiz y dibujarlas…me llamé a la calma, ya habrá tiempo…

  2. Nico D'Alo dice:

    Excelente! Muy, muy bueno.

  3. luis dice:

    llego hasta aquí por mi amistad con Griselda Bontemp
    1) Lo voy a leer varias veces, creo que hay desviaciones del texto hacia el final respecto del tema que encara al principio. Lo primero que se me ocurre es que el primera creación de sentido que genera la comunicación virtual es la de «libertad», e «igualdad», sólo nos falta sumarle «fraternidad» y nos encontramos ante una nueva generación de pseudos jacobinos, con la brutalidad o mejor dicho terror que infundían y con el que en parte estoy de acuerdo porque emanaba del ejerccio de una acción política de liberación de un sistema monárquico y de una situación comunicacional.
    2)Después me gustaría aclarar «si la condición de voluntad de la brutalidad’, es «brutalidad», como significado de falta de conocimiento o como acción cohercitiva de imposición por medio de la fuerza. Con la última parte del texto coincido y son cosas que me parece hasta la hemos reflexionado en la agrupación política a la cual pertenezco. El sistema capitalista actual conlleva la idea, de que somos libres, de que hay modelos a seguir, que todos estamos en condiciones de alcanzar esos modelos, pero no te cuenta que las condiciones sociales, cultarales, históricas, personales son tan abrumadoramente desiguales que esos modelos sólo actuan como reflejos de un espejo en el que nos veremos distorcionados por siempre. En este sentido la viurtualidad que más me preocupa es esta, la de una supuesta realidad en la cual me veo y me pienso como nunaca podre ser y no ser es no estar y no estar es no ser parte, esto es virtualidad, por lo menos para mí. seguiré, lo prometo (el texto conlleva imágenes, sin ninguna duda)

    • julian dice:

      Muchas gracias por dedicarle tu opinión al texto o al menos a la posible construcción de ideas que en él intento. Sobre tus opiniones te cuento al respecto del punto 1 que no los veo Jacobinos, sólo constructores de un nuevo orden neoliberal que construye ideas e ideales para guiar a las masas a nuevas formas de dominación. Esa construcción es mas fuerte que las herramientas visibles; las mas poderosas ya se han infiltrado como parte de una nueva cultura. Ésa es la primer derrota importante.
      Las herramientas de construcción de esa nueva cultura es la comunicación, que ha reemplazado a las fuerzas armadas en toda la región. Tan grande ha sido su triunfo que ahora, es el pueblo quien elige lo que los triunfadores quieren.
      Todo gracias a planes sostenidos y super eficientes de comunicación.
      En relación con el punto 2 es BRUTALIDAD por desconocimiento. La era de la fuerza bruta ha dado paso a otra forma de control social mas eficiente que es la que nombro en (1)

  4. luis dice:

    llego hasta aquí por mi amistad con Griselda Bontemp
    1) Lo voy a leer varias veces, creo que hay desviaciones del texto hacia el final respecto del tema que encara al principio. Lo primero que se me ocurre es que el primera creación de sentido que genera la comunicación virtual es la de «libertad», e «igualdad», sólo nos falta sumarle «fraternidad» y nos encontramos ante una nueva generación de pseudos jacobinos, con la brutalidad o mejor dicho terror que infundían y con el que en parte estoy de acuerdo porque emanaba del ejerccio de una acción política de liberación de un sistema monárquico y no de una situación comunicacional.
    2)Después me gustaría aclarar «si la condición de voluntad de la brutalidad’, es «brutalidad», como significado de falta de conocimiento o como acción cohercitiva de imposición por medio de la fuerza. Con la última parte del texto coincido y son cosas que me parece hasta la hemos reflexionado en la agrupación política a la cual pertenezco. El sistema capitalista actual conlleva la idea, de que somos libres, de que hay modelos a seguir, que todos estamos en condiciones de alcanzar esos modelos, pero no te cuenta que las condiciones sociales, cultarales, históricas, personales son tan abrumadoramente desiguales que esos modelos sólo actuan como reflejos de un espejo en el que nos veremos distorcionados por siempre. En este sentido la viurtualidad que más me preocupa es esta, la de una supuesta realidad en la cual me veo y me pienso como nunaca podre ser y no ser es no estar y no estar es no ser parte, esto es virtualidad, por lo menos para mí. seguiré, lo prometo (el texto conlleva imágenes, sin ninguna duda)

  5. luis dice:

    perdón repeti el comentario, porque en el punto 1, en su última frase hay una pequeña diferencia que cambia el sentido del significado, «y de una situación comunicacional», por «y no de una situación comunicacional»

  6. luis dice:

    Julian fijate que en la descripción pongo pseudojacobinos, como una hironizante forma de descripción. estoy intentando describir como ciertos hechos históricos que rodean la idea de emanciapción soberana, son de ciertas formas inoculados en las grandes corporaciones de la comunicación virtual, como semilla de libertad e igualdad. En ese sentido de pseudo construcción libertaria dejo para el final la fraternidad, porque requiere de de cierta presencia física, de ciertos grados de relación compartida desde la experiencia sensorial que los medios de los cuales estamos comentando todavía no han desarrollado estrategía que se aproxime a la «realidad». No tengo dudas y coincido que los medios virtuales son en cierta forma productores de dominación a través de la cresción de nuevas éticas y estéticas del discurso «público» y de lo público. Creo que esto es central en esta discución y nos lleva indefectiblemente hacía un lugar, ¿Cuál es el rol de los que producen nuevas categorias y formas de apreciación y valorización de las experiencias estéticas dentro de estos medios?,¿Cuáles los modos?, ¿Cuáles las formas?, lo dejpo abiero, lo pongo a consideración. de una cosa estoy convencido julian, hay líneas que demarcaban las experiencias humanas que se han corrido hacía lugares que no esperabamos, epro del mismo modo hay nuevas experiencias que aparecen, que nacen con perspectiva de uso virtuales , digitales, en donde sus usuarios las utilizan con posibilidaes, reflexionan sobre ellas y ponen en juego una ironía nueva desafiante y desbordante, hacía allí debemos encaminarnos y mejor aún si conocemos aquellos «cliches», que el neoliberalismo encubre todo el tiempo.

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