Sobre PALIPERIDONA
EL IMPERIO DEL ENGAÑO.
El viaje hacia la fotografía suele estar decorado con una cantidad de verdades colosales, que como los monumentos de un país arrasado por un revolución, suelen derrumbarse ni bien los tumultos se acercan a los lugares en los que gritar ya no alcanza.
Del mismo modo, los que se aproximan a la fotografía con más expectativas que el mero turista o simple portador de cámara, sospechan que se aventuran en una marcha hacia la verdad de la cosa; un escape de las espesuras de la confusión que los depositará en el prometido territorio de las verdades felices y absolutas.
Lo único cierto en estos peregrinajes es que habrá mucho por andar.
Se descubrirá que lo que se creía no es cierto, que las condiciones naturales y heredadas nunca fueron alguna de esas tres palabras. Así es como muchos estudiantes se transforman en fotógrafo cambiado el equipo, haciéndose imprimir tarjetas o comprándose un atuendo para amortiguar el impacto de lo que se les avecina. Los menos afortunados se empecinan en explicarse cuán exitosa ha sido su idea, desarrollo, resultado y proyecciones. Niegan lo obvio, se refugian en el relativismo y descargan su furia contra el mensajero.
En otros casos las primeras frustraciones marcan paradójicamente que el rumbo comienza a ser el correcto. La conciencia del error promete una solución a veces distante pero posible.
No marchamos hacia la verdad, nos alejamos de la mentira. Vamos descubriendo donde está el significado, la forma, el deseo y lo ponemos a prueba, lo sometemos a la duda que sólo rescata el sentimiento que avala los hallazgos.
Así transitamos una vida yendo hacia donde nuestras fotos nos llevan y escapando de otras por las causas que tal vez no conoceremos jamás.
Hay quienes encariñados con la ilusión de sostener los supuestos iniciales niegan toda curiosidad, cierran el ángulo de toma, colocan el modo automático total y creen en recetas de foros de internet y de otra gente, que como ellos, pregonan sus condiciones naturales y heredadas. Construyen marcos teóricos de alcance doméstico y pintan axiomas de cabotaje en las paredes de sus templos.
Un día entre llantos, una estudiante que rara vez se comprometía con lo que hacía, me dijo que tenía que mostrarme unas fotos. Me dijo que sentía que yo tenía que verlas y me dijo, Disney miente (…)
Con ustedes el trabajo de una mujer que a partir de un día y durante un tiempo quiso buscar verdades y se animó a abrir la tranquera del Imperio del Engaño.
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